Tras meses de su anuncio, este 24 de febrero por fin ha sido publicado uno de los álbumes más esperados del 2023: Cracker Island, octavo álbum de estudio de la banda virtual británica Gorillaz.
El álbum de poco más de 35 minutos de duración y con un contenido de 10 canciones presenta una reflexión sobre el mundo en el que vivimos a través de una narrativa adecuadamente ejecutada, mezclada con toques de hip-hop, dub y sonidos brillantes acompañados de grandes colaboraciones.
Cracker Island abre con la canción del mismo nombre, en colaboración con Thundercat en la que podemos apreciar su característico sonido del bajo con un sonido no tan arriesgado o experimental en comparación con otras piezas del álbum. La segunda colaboración corre a cargo de Stevie Nicks en Oil, donde la artista consigue añadir una profundidad catártica a la canción.
Toques de atención y cuestionamiento acerca de un presente malicioso toman forma en The Tired Influencer, abriendo camino a la increíble actuación de Adeleye Omotayo en Silent Running, donde su voz aparece como una sombra celestial ante la melancolía urbana de Damon Albarn; mientras que en New Gold combinan una narrativa sobre la tecnología imperante con las voces de Kevin Parker y Bootie Brown.
La psicodelia y referencias a Blur llegan con Baby Queen, canción que llegó como producto de un sueño que Albarn tuvo sobre una princesa, y que recuerda a la canción Song 2 de Blur. Posteriormente, llega Tarantula, con brillante música disco que continúa con esta narrativa de crítica y cuestionamiento de nuestra forma de vida, como un tema al que hay que aferrarse.
Como una de las colaboraciones más esperadas, llega Tormenta como un guiño a los cambios en la música pop que han acompañado al auge de los artistas latinos. Con una base de reggaetón ambiental lleno de secuencias de acordes jazzísticos y una buena interpretación vocal de Bad Bunny, es sin duda una colaboración ambiciosa y bien ejecutada que no podrías haber esperado en otro álbum de Gorillaz.
Llegando al cierre del álbum, Skinny Ape hace su aparición con tintes de folk mezclado con sintetizadores que la convierten en una pieza de synth pop en la que podemos escuchar la perspectiva de 2-D, para cerrar con Possession Island como una balada calmada y reflexiva en la que no es necesaria más que la voz de Beck que juega con teclas dulces y cálidas que dan un sólido cierre al álbum que puedes escuchar aquí.
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